"Cuando los ciudadanos se desentienden de la política...
...pueden llegar al poder políticos que se desentiendan de los ciudadanos".

viernes, 5 de agosto de 2011

Falacias: el mejor amigo de la manipulación. Cómo nos embaucan los populistas (y cómo evitarlo).

ABSTRACT (RESUMEN): Esta entrada quiere servir de introducción al mundo de las falacias. Las falacias son errores de razonamiento, engaños con apariencia de sentido común. Son las técnicas que utilizan los populistas para que no nos demos cuenta de la falta de lógica de sus argumentos ...pero también las usamos en nuestro día a día. En este artículo se hará una selección de las falacias más comunes, para evitarlas en nuestra propia argumentación y para poder detectarlas en la de quien nos quiera vender la moto.

Hace dos milenios y medio, los griegos ya tenían un nombre para quienes mezclaban oratoria con populismo para lograr sus fines: eran los sofistas. Aunque en su origen el término se usaba de otra manera, hoy en día sofista es aquel que consigue convencer o influenciar a los demás mediante la palabra; pero no mediante argumentos de peso y datos contrastables, sino mediante la elocuencia y el control de las emociones ajenas.

En una democracia los ciudadanos elegimos. Pero ¿hasta qué punto nuestra decisión se basa en argumentos de peso y no en las trampas que los sofistas nos tienden a cada paso? ¿Cómo se supone que vamos a defender nuestros intereses si nuestro conocimiento de la realidad es cada día menguado por quienes "simplemente hablan muy bien"? Sin duda, la falta de formación específica en oratoria, debate y razonamiento lógico son el primer punto a su favor. Quien conoce los ardides de la oratoria puede utilizarlos para bien o para mal... Eso depende de cada uno. Pero si todos los ciudadanos conociéramos las falacias más básicas, de la noche a la mañana los políticos dejarían de convencernos de cualquier mentira con tanta facilidad, dejarían de sacarnos el voto sin sacar antes, al menos, una buena razón para ello. La base de la democracia de calidad -instituciones aparte- es una ciudadanía informada y capaz de evitar el engaño. Cuanto más fácil sea colárnosla con palabras bonitas, menos se esforzarán nuestros dirigentes por hacer las cosas bien de verdad.

Finalmente, tres advertencias:
-1ª: En el 99,99% de cualquier conversación política que dure más de quince minutos alguien acabará utilizando alguna falacia. Algunas personas, incluso, usarán casi exclusivamente argumentos falaces. Esto es así desde la barra de un bar a los debates electorales entre candidatos. En la mayoría de los casos lo hacemos inconscientemente, sin ánimo de engañar; de hecho algunas son reacciones psicológicas naturales, determinadas por la evolución o las emociones. Hasta tal punto tenemos interiorizadas algunas falacias. Incluso conociendo un tipo de falacia a veces podemos utilizarla o que la utilicen contra nosotros sin darnos cuenta. Es una cuestión de práctica el detectarlas e identificarlas. Afortunadamente no nos faltarán ocasiones para practicar: no hay más que encender el telediario o conversar de política con los amigos para empezar a encontrar ejemplos uno tras otro. 
-2ª: Un argumento que incluya una falacia nunca podrá ser válido para probar nada. Esto no quita para que lo dicho no pueda ser un "indicio" o algo "de sentido común". Tampoco debemos volvernos locos evitando absolutamente cualquier principio de falacia, pues las conversaciones no son fórmulas matemáticas, libres de emociones y percepciones irracionales. Simplemente recordemos que un indicio no demuestra nada por sí solo. Y, muchas veces, la del sentido común no es sino la apariencia que el sofista le da, artificialmente, a sus argumentos.
-3ª: Algunas falacias no son sino el abuso de técnicas de oratoria en principio honestas. No está mal apoyarnos en fuentes de autoridad, simplificar un poco el debate para que el público lo entienda, denunciar la hipocresía de nuestros rivales, rodear las afirmaciones polémicas de afirmaciones ampliamente aceptadas o ejemplificar nuestros argumentos en vivencias personales. Sin embargo, no tenemos que perder de vista que estas técnicas podrán ser útiles como maneras de hacer nuestro mensaje más eficaz, pero no son argumentaciones en sí mismas ni contribuyen a demostrar que tengamos razón.

Algunas de las falacias más comunes:
*Muchas de estas falacias están relacionadas o se parecen unas a otras. Pero, como les decía hace poco a mis alumnos de un curso de oratoria y debate, es mejor conocerlas por separado y de antemano para poder atacarlas automáticamente. A menudo, sólo con el sentido común podemos darnos cuenta de que algo no nos cuadra en el discurso de alguien. Sin embargo, en un debate, no vamos a tener precisamente todo el tiempo del mundo para pararnos a pensar exactamente qué era lo que nos chirriaba de lo que el otro ha dicho (y menos aún cómo denunciarlo ante terceras personas que nos estén escuchando).

-Ataque personal [O "ad hominem", en latín, que es como se la conoce a esta falacia desde la antigüedad]: se trata de criticar al adversario en lugar de sus argumentos. La idea es "por ser esta persona como es, no hay que hacerle caso a nada de lo que diga". Se trata de desviar la atención de los verdaderos argumentos para no entrar realmente a discutirlos. Los ejemplos son inagotables: "tú qué sabrás, eres muy joven"; "la gente que simpatiza con ese partido sólo puede decir tonterías"; "los viejos nunca lo entenderéis"; "la profesora no tiene ni idea, ella no tiene hijos"; etc.
-Falacia de autoridad: "porque él lo dice, debe ser verdad". Citar a alguien que sea una eminencia es un apoyo a unos argumentos, pero no puede sustituirlos (pues ni el más sabio está libre de errores o de ser malinterpretado).
-Sofisma populista: "la opinión de la mayoría es la verdadera", "si tanta gente lo piensa será por algo". Nuevamente puede ser un indicio, pero nunca una prueba. Puede ser que la totalidad del planeta sea de una opinión salvo por una persona, que sea de la contraria... y que esa solitaria persona sea la que tenía razón (véase el caso, por ejemplo, de Galileo).
-Argumento desde la falacia: Aunque un argumento sea falaz por el razonamiento que ha seguido, la conclusión puede ser fortuitamente correcta. Por ejemplo: un político puede inventarse completamente una acusación de corrupción contra su rival, demostrarse que esa acusación era inventada y, más tarde, resultar que realmente era corrupto (aunque el primer político no lo sabía y sólo quería perjudicar su imagen). El político corrupto podría utilizar esta falacia para hacer creer a la gente que, puesto que la primera acusación fue falsa, la segunda también lo es.
-"Post hoc ergo propter hoc" ("Después de y, por lo tanto, como consecuencia"): Por ejemplo: este atentado ocurrió la misma semana en la que el presidente hizo aquellas declaraciones (cuando el atentado lo tenían pensado hacer de todas formas desde mucho tiempo atrás).
-"El opuesto/contrario a algo falaz/malo es algo correcto/bueno". Ésta es una falacia muy usada tanto por el juego de partidos bipartidista como por los extremistas. Su objetivo es simplificar situaciones complejas e ignorar la posibilidad de que las dos opciones sean buenas/ciertas o las dos sean malas/falsas. Ejemplos: "El PSOE ha gestionado mal la economía, luego el PP lo hará mejor". "Los fascistas en España querían una dictadura, luego los comunistas querían una democracia". "Se ha demostrado que esa persona ha mentido, luego su oponente decía la verdad". "Los israelíes matan a inocentes, luego los palestinos luchan limpiamente (y viceversa)".

*Una variante de esta falacia es la de que "el oponente de alguien que se equivoca, tiene razón". Como ejemplo de este engaño valga el siguiente fragmento de la película "Gracias por fumar" (comentada en mi anterior entrada sobre cine político): [ver en youtube].
-Muestras sesgadas. Esto ocurre sobretodo en los sondeos, en los que se elige a gente de una zona o de unas características concretas y no representativas del total de la población.
-Generalizaciones (prejuicios, tópicos...): Las hay por deducción ("Puesto que los alemanes tienen fama de trabajadores, deduzco que su jornada laboral será más dura"), por inducción ("Como todas las personas con las que hablé ayer opinaron igual, deduzco que la población apoya mayoritariamente tal medida"), por uso del ejemplo como prueba ("¿Que todos los inmigrantes no son gente problemática?, pues yo tengo un vecino que...") y por probabilidad ("Si un dado ha salido cinco veces par, lo más probable es que la sexta vez salga impar" o "nadie compraría para la lotería los números que ya salieron la semana anterior, es imposible que toquen dos veces"; en ambos casos la probabilidad es exactamente la misma sin importar el número de veces que se intente o de los resultados obtenidos).
-Verdades a medias: Dicen que la mejor manera de mentir es introducir partes de verdad que rodeen la falsedad. Ejemplo: "El Frente Popular ganó unas elecciones libres, en un país con una constitución democrática, luego la mayoría de la gente que luchaba en el Frente Popular en la guerra civil luchaba por la democracia representativa contra una dictadura autoritaria" (Cuando en realidad en el bando republicano se luchaba, básicamente, por la revolución comunista o por la revolución anarquista, ambas enemigas de la democracia liberal).
-Vivencias personales: A menudo nos dejamos convencer más por una conmovedora historia personal que nos cuenten (o que hayamos vivido nosotros mismos) que por la realidad objetiva. Ejemplo: "¿Viste las noticias? ¡Qué horrible crimen! Las calles son muy inseguras hoy en día" (cuando en realidad la criminalidad ha descendido ese año).
-Falso dilema: Limitar a un número (2, por ej.) las opciones cuando en realidad hay más. Ejemplo: "O estás con nosotros o estás con ellos" (cuando a lo mejor tú estás con un tercero). Otra variante es: Limitar a 2 las opciones cuando éstas no son sino los extremos de una gradación de posibilidades. Ejemplos: Un extremista de derechas dirá "hay dos opciones, o una represión fuerte o el caos". El extremista de izquierdas dirá "hay dos opciones, o la revolución socialista o la esclavitud". Ambos incurren en un falso dilema, pues puede evitarse el caos sin necesidad de sangrientas represiones y se puede acabar con la esclavitud sin pasar por una revolución socialista.
-Falacia del punto medio (como el más cercano a la verdad): A veces en una discusión uno tiene toda la razón y el otro ninguna. A veces ninguno tiene la razón absoluta, pero uno sí que está más equivocado que el otro. Así de simple.
-Confundir correlación con causalidad: que dos circunstancias se den a la vez no demuestra que una sea consecuencia de la otra. Por ejemplo: Durante los años en los que gobernó Aznar coincidió que la economía española creció. Quizás haya causalidad o quizás no, pero la mera correlación no es prueba suficiente para afirmarlo.
-Falacia de la causa única (cuando en realidad hay varias). Esta simplificación de una realidad compleja hace que el sofista consiga que nos fijemos en los factores que a él le interesan. Ejemplo: Tras la crisis de 2008 en España, el gobierno dirá: se debe básicamente a la quiebra de bancos americanos. La oposición dirá: se debe básicamente a la mala gestión del gobierno. Ambos serían falaces. Relacionada con esta falacia, encontramos la de "la causalidad infinita", intentando enlazar dos ideas lejanas ignorando multitud de factores intermedios (quizás más importantes). Ejemplo: "la guerra civil española tiene tiene como causa la Guerra del Rif, que a su vez causó malestar en los civiles y el ejército, que a su vez causaron...".
-Falacia de las muchas preguntas: plantea una pregunta que incluye afirmaciones, por lo que responder "sí" o "no" ya implica aceptar esas afirmaciones. Ejemplo: "¿Todavía pegas a tu esposa?" (Si no cuestionas la propia pregunta, tanto si dices sí como si dices no: ¡estás perdido!). O también: "Vosotros los del PP, ¿Todavía apoyáis el franquismo, o ya no?" (cuando dicho partido nunca lo ha apoyado).
-Conclusión irrelevante, refutación ignorante o eludir la cuestión: Un clásico de las conversaciones de taberna. Consiste en utilizar un argumento que puede ser cierto, pero que no tiene nada que ver con el tema que se está tratando. Es el conocido "saltar de tema". Ejemplo: "-Este gobernante ha hecho un buen trabajo en seguridad pública. -Sí, sí... ¿pero qué me dices de cómo están las carreteras?".
-Falacia "del francotirador": Esta falacia es como un francotirador que dispara al azar y luego pinta dianas alrededor de donde han dado las balas diciendo "le he dado justo en el centro". Es decir, construir una teoría o un razonamiento para justificar una conclusión de la que ya estábamos convencidos previamente. También ocurre cuando inventamos definiciones "ad hoc", es decir, únicamente para usarlas con el sentido que a nosotros nos interesa. Ejemplo: Hay quien quiere ver en ciertos sucesos internacionales una poderosa conspiración orquestada por sociedades secretas y servicios de espionaje (cuando a lo mejor, simplemente son hechos cuya única relación entre sí es la que a nosotros se nos ha ocurrido). Está científicamente demostrado que el ser humano no procesa bien el concepto "azar" y tiende a agrupar todo en patrones lógicos. Esto nos ha llevado a crear las más disparatadas teorías y supersticiones.
-"Y tú también": Es un tipo de ataque personal. Se basa en querer demostrar la falsedad de una premisa mediante la hipocresía de quien la enuncia (al estilo de "mira quién habló"). Ejemplo: Pongamos que un político es justamente acusado de ser un derrochador; si luego acusa a su rival de derrochador, éste segundo usará la falacia "¿y tú qué?" para querer desautorizarlo (cuando a lo mejor, ambas acusaciones son igual de ciertas y el primer político podrá ser un hipócrita... pero decía la verdad).
-Falacia de la ignorancia: ante dos opciones, afirmar algo por el hecho de que no se pueda demostrar su contrario. Ejemplo: "-¿Puede demostrarse que esa persona es inocente? -No. -Luego es culpable". Esta falacia es muy citada también en temas de teología.
-Falacia "del hombre de paja": Es como quien ataca a un espantapájaros simplemente porque es más fácil que atacar a un hombre de verdad. Consiste en exagerar la postura del contrario y entonces criticar dicha exageración. Si tiene suerte, el sofista conseguirá aparentar que te derrota sin realmente haber rebatido tu posición o, peor aún, tú reaccionarás refutando su crítica y acabará pareciendo que lo que haces es defender esa postura exagerada en la que tú, realmente, no crees. Otro clásico de las conversaciones de andar por casa ...y de andar por el Congreso. Por ej. "-Creo que el aborto es un crimen. -Tú lo que pasa es que te crees todo lo que la Iglesia dice, y ellos nunca piensan en la gente con problemas. -Pero la Iglesia sí que ayuda a mucha gente que..." Da igual cómo siga el debate, la segunda persona ha conseguido que se hable de si la Iglesia es buena o mala, no de si el aborto lo es.

PD. Esta lista está sujeta a ampliaciones y sujerencias.

*Más información:
En internet podemos encontrar muchísima información extra sobre el tema. Con sólo poner "falacias" en google ya tenemos para empezar. Algunos enlaces interesantes son los siguientes:
-Entrada correspondiente en Wikipedia: [enlace]
-Diccionarios de falacias (vienen bien explicadas de manera más extensa, están las de este artículo y muchas más, incluyendo más ejemplos prácticos): [enlace al 1º] [enlace al 2º] [enlace al 3º] [enlace al 4º]
-A menudo se asocian las listas de falacias con las críticas a los dogmas de religión [ejemplo 1º] [ejemplo 2º] sin embargo, los tipos de falacias son abstractos. Un tipo de falacia se puede utilizar para defender una cosa y su contraria.

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