"Cuando los ciudadanos se desentienden de la política...
...pueden llegar al poder políticos que se desentiendan de los ciudadanos".

martes, 16 de agosto de 2011

Caos en las calles. Las consecuencias del 'todo vale' de una generación sin referentes

ABSTRACT (RESUMEN): El 13 de agosto de 2011 tuvieron lugar en Londres (y después en otras ciudades) los mayores disturbios que se han visto en décadas en toda Gran Bretaña. Saqueos, incendios, agresiones y hasta asesinatos. Miles de personas campando en una orgía de caos y pillaje que ni las películas post-apocalípticas. Más de 15.000 policías han hecho falta para devolver un tenso orden a las calles en plena capital del reino, en un país supuestamente civilizado y  económicamente mejor que muchos otros. Nadie parece tener la respuesta a la gran pregunta ¿Por qué? ¿Por qué ahí, por qué ahora, por qué semejantes proporciones? ¿Por qué saqueaba gente sin necesidades económicas? ¿Por qué había niños-bien quemando comercios? ¿Qué es lo que no hemos visto en estos años para que tamaño descontrol se nos haya ido de las manos?

  • Los hechos:
Era sábado por la tarde. Unos escasos cientos de personas se manifestaban por la muerte esa semana de Mark Duggan, joven negro (afrocaribeño) de 29 años, durante un tiroteo con la policía. Unos dicen que era un pandillero peligroso, otros hablan de un exceso en la actuación policial. Poco importa eso ya, porque lo que vino después nada tuvo que ver con el origen de todo esto.
Apenas tres horas después, la manifestación se calentó y empezaron los roces con la policía. Nada que no ocurra en un montón de manifestaciones. Tuvieron que acudir los antidisturbios. Pero ya fue tarde. Algo más de dos horas depués, sobre las 23h, los rifi-rafes con la policía habían degenerado en disturbios a gran escala. Autobuses quemados, casas quemadas, comercios saqueados...
Tres días tardó la policía en controlar la situación, todavía cogida con alfileres. Para entonces ya se había extendido a varias ciudades más del país, las pérdidas económicas se cifraban en millones, los heridos por cientos, los detenidos por miles y las vidas segadas en cuatro (todas personas que habían acudido a proteger sus locales y barrios).

  • Los factores:
-Coyunturales: son básicamente dos.
En primer lugar la falta de policía, especialmente durante el primer día de disturbios. Muchos han achacado parte de la culpa -probablemente con acierto- al recorte de efectivos que el gobierno de Cameron le ha hecho a las fuerzas de seguridad. Parece difícil dejar de fijarnos en que los disturbios se han descontrolado precisamente el año en que se ha prescindido de miles de agentes. Pero tampoco es que haya sido la causa.
Otra cuestión es la de la quizás lenta actuación de la policía. Admitámoslo, no se lo esperaban, pero ¡ni ellos ni nadie! En situaciones como ésta, lo más efectivo es un gran (y si es exagerado, mejor) despliegue policial en los primeros momentos. Esto lo que hace es cortar de raíz el problema, no tanto por las personas que se detienen en las calles, sino por las que todavía estaban en sus casas pensándose si salir o no. Una respuesta débil de las autoridades (quizás por no querer ser desproporcionados) al principio de un conflicto, sólo desemboca en que los alborotadores se crezcan, tomen confianza y hagan un efecto llamada. La sociedad debe defenderse. La democracia debe defenderse. Y cuando la defensa es tibia, a los dos días acaban siendo necesarios más efectivos de los que hubieran sido necesarios el primer día para acabar con todo desde su comienzo.
En segundo lugar el uso de las nuevas tecnologías. En especial redes sociales como Facebook o el chat de Blackberry. Parecen haber sido el cauce por el que se han organizado los saqueadores, especialmente su punta de lanza: las bandas de delincuencia organizada. El primer ministro ya ha lanzado un "globo sonda" a la opinión pública a ver qué le parecería que el gobierno pudiera bloquear o restringir este tipo de servicios virtuales. Personalmente, creo que sería inútil (si no han controlado unos dictadores a los informáticos de Túnez y Egipto, menos va a controlar un gobierno democrático a todos los usuarios informáticos del Reino Unido).

-Económicos: Crisis económica, marginación en barrios pobres, jóvenes sin futuro profesional absorbidos por bandas de pandilleros, inmigrantes que no acaban de poder integrarse, racismo latente... Sí, sí, todo esto nos suena. No nos pilla de nuevas y tiene su parte de culpa en todo esto, sin duda. El barrio de Totenham, donde todo empezó, ya vivió disturbios en los 70 y 80. Pero entonces los factores estuvieron más claros: conflictos económico-raciales, roces entre población negra y la policía, barrios conflictivos, etc. Eso no es lo que ha pasado ahora. Quizás por ahí fue la chispa, pero apenas unas horas después del inicio de todo, los disturbios ya nada tenían que ver con su origen (y de hecho, la mayoría de sus víctimas fueron personas humildes y trabajadoras, en gran parte inmigrantes). Hasta los familiares del citado Mark Duggan salieron en los medios intentando calmar a la gente. No lo consiguieron, simplemente, porque los que estaban saqueando tiendas de televisores de plasma no conocían al tal Mark ni les importaba un pimiento.
El año pasado también se vivieron en Londres una serie de protestas contra los recortes sociales... igual que en casi todos los países de Europa. Pudo ser un factor más para caldear el ambiente, pero debemos descartarlo también como causa de todo. Un dato crucial es que gran parte de los asaltantes y saqueadores ni siquiera eran gente en paro o pobre, muchos eran menores de edad que vivían con sus padres o "niños-bien" de familias acomodadas, incluso profesionales con trabajos tales como enfermeras o asistentes sociales... El argumento de unos "saqueos por necesidad económica" también se derrumba. No hay más que ver lo que se robó: ni panes ni harina... fueron teles de plasma, ropa pija y cosas por el estilo. Tampoco se ha podido demostrar que las familias desestructuradas o la pertenencia a bandas sean un factor determinante y excluyente a la hora de que un joven participe o no en los disturbios. Hay algo más detrás de todo esto que no es la reivindicación política, ni la provocación de la policía, ni la marginación social, ni la necesidad económica. Pero... ¿¡qué demonios es!?

-Culturales: Muchos, el primer ministro Cameron a la cabeza, han hablado de la "perdida de valores" como uno de los factores. Entiéndase en un sentido muy amplio.
Hay cuestiones educativas, señaladas por muchos, que critican la falta de disciplina en las aulas, donde la figura del profesor ha perdido la posición de autoridad de la que siempre había gozado; privando a los alumnos de uno de sus primeros referentes en el concepto de jerarquía. En España está pasando lo mismo y deberíamos reaccionar a tiempo con iniciativas como la figura jurídica de "autoridad pública" para los profesores o la concienciación a los padres, que son a menudo los primeros en menoscabar la posición del docente frente a los alumnos. Pero no sólo en la escuela se educa uno. Es la base de toda educación, la de los padres, la que ha fallado principalmente. Niños consentidos se han convertido en adolescentes que hacen lo que quieren porque nadie se les opone en casa. Nunca nadie les dijo "NO", a veces por dejadez paterna o en muchos otros casos, directamente, por ausencia de los padres. ...¿Y cómo van a estar presentes unos padres obligados a jornadas laborales interminables, que casi exclusivamente aparecen por casa para dormir? ¿Podría ser este tipo de factores familiar-económicos un punto común a los saqueadores ingleses, a los que quemaban coches en París o Marsella y a los miembros de bandas juveniles en España o los EEUU?
Como decía en una entrevista el psicólogo Anthony Daniels, "Los niños británicos tienen más posibilidades de tener un televisor en su habitación que un padre viviendo en casa. Un tercio de ellos nunca han comido con otro miembro de su familia en la casa familiar. (...) Son, por lo tanto, radicalmente asociales y profundamente egoístas. Al crecer están destinados no solo al desempleo sino a ser inempleables" Y continúa en otro artículo: "Los disturbios son la apoteosis del Estado de bienestar". (...) "Una población que cree que tiene derecho a altos niveles de consumo con independencia de su esfuerzo personal; y que si no consigue alcanzar esos niveles en comparación con los demás lo percibe como una injusticia. Se ven a sí mismos como despojados, incluso a pesar de que cada uno de sus miembros ha recibido una educación que ha costado 80.000 dólares, por la que ni él ni probablemente ningún miembro de su familia ha hecho mucho por contribuir. E incluso si fuera capaz de reconocer eso, no significa que vaya a mostrarse agradecido, porque la dependencia no crea agradecimiento. Al contrario: simplemente sentiría que las subvenciones no son suficientes para permitirle vivir como quisiera".
Hay también cuestiones morales. O más bien de falta de moral. Buena parte de la masa adolescente (y no tan adolescente) de hoy en día se ha anclado en una especie de nihilismo despectivo con todo. No se trata de una crítica racional al sistema, sino del mero pasotismo, de falta de identificación con la sociedad que les rodea. Es parte de la idea de "generación ni-ni". Gentes que se han criado teniéndolo todo, sin esforzarse por nada y que, ante las negras perspectivas de futuro del panorama laboral, se ven si cabe menos motivadas a buscar una salida a su situación. Gentes que han perdido valores y conceptos como los de comunidad, ciudadanía o esfuerzo personal. Gentes que no tienen nada que perder.. o mejor dicho, que se creen que no tienen nada que perder. Que interiorizan, a la vista de la corrupción de sus dirigentes y del alarmismo de la prensa sensacionalista, que los delitos nunca se acaba pagando, que uno puede hacer 'lo que quiera'. Y lo que es peor: que tiene derecho, al menos moralmente, a hacerlo. El famoso "hooligan" inglés ha dado un salto cualitativo, pero nada que no pueda reproducirse en nuestro país... Pensemos por ejemplo en los casos de  niñatos de familia acomodada que se dedican a asesinar mendigos por pura 'diversión'.

Pero todo lo anterior se ve reforzado por el patrón cultural y económico dominante en nuestros días: la sociedad de consumo. La expansión del pensamiento económico ha llegado a ámbitos de la vida antes libres de tal injerencia. El bombardeo publicitario es incansable y quizás nosotros, la segunda generación de la sociedad de consumo y la cultura de la televisión, estemos empezando a interiorizar sus efectos. Las técnicas de márketing nos han vendido durante años que podíamos ser más felices teniendo esto y aquello, poniéndonos tal artículo o comprando lo de más allá... El problema es que, tarde o temprano, la realidad acaba por recordarnos que tal producto no nos está haciendo felices porque siempre habrá otro más caro o más nuevo que no estaremos teniendo. Dicho momento ha llegado, quizás, con la crisis: nos hemos dado cuenta de que no tenemos todo aquello que nos han hecho querer tener. Y lo que es peor, hemos empezado a temer que nunca lo tendremos. La sociedad de consumo se basa en aguantar las injusticias sociales o la infelicidad actual bajo la promesa de una posible felicidad futura. Pero... ¿qué pasa cuando, de repente, una generación entera se da cuenta de que, probablemente, nunca cumplirá los sueños para los que la publicidad nos ha programado? Frustración. Desengaño. Ira.
Finalmente, algunos han apuntado a un tema peliagudo, el Estado del Bienestar. La teoría, que huele a interesada, artificial y casualmente "oportuna"... no deja de tener su sentido. En países como Reino Unido, muchas familias viven durante años (a veces generaciones) exclusivamente de los generosos subsidios sociales. La idea es la siguiente: hay una generación que ha crecido sin ver jamás a ninguno de sus padres ir a trabajar. Una generación que cree que tiene derecho a todo porque sí, por la costumbre de recibir gratis, sin darse cuenta de lo que cuesta ganarse las cosas. Que los billetes crecen en los árboles, valga la expresión.
No debemos dejar que nos confundan quienes asocian prestaciones sociales con vagancia o quienes ven un fomento de la improductividad donde simplemente hay solidaridad con quien padece desigualdades sociales. No obstante, también puede ser sano reflexionar sobre cuáles han de ser los límites de algunas subvenciones, especialmente si a lo mejor resulta que no están cumpliendo la finalidad para la que se destinaron.

-Sociológicos: Podríamos encontrar un principio de explicación a los robos masivos en lo anteriormente explicado. Pero... ¿y a la quema de manzanas enteras de casas? ¿Y a la violencia desatada? ¿Y al sentimiento de impunidad? ¿Y al relativismo moral del "todo vale"? Numerosos sociólogos apuntan ya a los disturbios como un caso de "comportamientos de masa", algo más allá de un mero problema de delincuencia.
Esto me recuerda a experimentos como el de La cárcel de Standford o el de Milgram (comentados en mi anterior entrada "Política y Punset", una selección de enlaces a documentales del programa "Redes"). Dichos experimentos demostraban como personas normales y 'buenas' eran capaces de atrocidades cuando el contexto social era propicio. Ya fuera por presión de grupo o por confianza ciega en un superior, el caso es que la voluntad y razocinio independiente de los participantes en el experimento se demostró casi nula.
En casos de disturbios graves como los de Inglaterra o los de Francia en 2005 todo puede comenzar en bandas criminales o en turbas enfervorecidas por la marginación social respectivamente, añadiéndose a posteriori el resto de la gente en un efecto 'bola de nieve'.
A menudo la gente hace lo que hace simple y llanamente porque puede, porque es fácil, porque se lo ordenan, o porque todos los demás lo están haciendo. El poder de atracción de la masa (en el sentido sociológico) es mayor de lo que somos conscientes. Que una persona no se haya dejado llevar por el bandalismo colectivo en toda su vida no quiere decir que no sea capaz de ello si el vacío de autoridad y el contexto social son propicios. Sin esas herramientas y sin una personalidad fuerte, no somos sino veletas en manos de las circunstancias que nos rodeen.
  • El resumen:
En cuanto a las causas de la crisis, mi conclusión es que no se pueden reducir a una, ni a dos ni a tres. Se trata de un fenómeno sociológico muy complejo, suma de miles de historias personales cada una distinta de la anterior. Pero sí que podemos intuir ciertos patrones económicos, educativos, culturales y sociológicos. Un buen resumen podrían ser las palabras que dijo Cameron estos días:
"Los niños sin padres, las escuelas sin disciplina, la recompensa sin esfuerzo, el crimen sin castigo, los derechos sin responsabilidades, las comunidades sin control...", han llegado a un punto donde la irresponsabilidad y el egoísmo llevan a las personas a comportarse "como si sus decisiones no tuvieran consecuencias".

Todo hay que decirlo, los saqueadores son una pequeña minoría de la población. La mayoría de la gente ve todo esto con incredulidad e indignación, la mayoría está con la policía, con los dueños de casas y comercios quemados, con las patrullas ciudadanas que espontáneamente se han reunido para limpiar las calles arrasadas... Pero sin duda se enfrentan a una minoría cada vez más numerosa, más segura de sí misma y menos preocupada por las consecuencias de sus actos.

  • Las consecuencias:
Antes de nada, una inquietante reflexión: No puedo evitar acordarme de un curioso documental, basado en el libro homónimo de Naomi Klein, llamado "La doctrina del Shock" (de 2009, comentado en mi entrada sobre cine político). Este documental trata de establecer una relación entre hechos dramáticos como guerras, represión, crisis económica o desastres naturales y la implantación de nuevas medidas económicas aprovechando la distracción que estas catástrofes provocan en la opinión pública [enlace al vídeo]. Aciertos y divagaciones del documental aparte, no hay duda esta es una época muy "golosa" para gobiernos que quieran tomar medidas impopulares en el Reino Unido. No tiene más que presentar la medida a implantar como una solución a los disturbios. La población, atemorizada y confusa ante un fenómeno tan inesperado, tragará con lo que sea, en su deseo de retomar la calma. No soy adivino, pero sin duda hay temas sensibles a ser utilizados en este sentido: la restricción y control de las redes sociales en internet, los recortes en prestaciones sociales, el uso de cámaras en lugares públicos (en lo que Londres es el número uno mundial), reformas penales, reformas de la educación, etc.

Más allá de lo material y de las consecuencias económicas, Gran Bretaña sin duda va a entrar en un periodo de reflexión y autocrítica. Temas tabú como el de ciertos subsidios sociales saldrán a debate igual que ya lo ha hecho el asunto del control de las redes sociales. Cuestiones como la educación y la falta de un futuro para los jóvenes deberán ser revisados en profundidad si no queremos perder otra vez la oportunidad de cambiar aquello que no funciona. La sociedad de consumo, me temo, seguirá con su avance implacable; corrompiendo las mentes de todos nosotros, prometiéndonos lo que no podemos tener y despreciando lo que ya tenemos. Por lo menos, la policía ya no se tomará como un asunto menor la aparición de desórdenes públicos en las ciudades. En cualquier caso, este es un tema todavía candente y del que aún hará falta distanciarse en el tiempo para comprenderlo de una manera más clara.
No es fácil cambiar la mentalidad de buena parte de una generación. Ni tampoco rápido. Sin embargo, todos nosotros: jóvenes, padres y ciudadanos de toda condición somos responsables de lo que pase de aquí en adelante. Ningún país está a salvo de disturbios. Los ingleses fueron los primeros, pero el caldo de cultivo que nutrió sus saqueos no nos es ajeno. Por falta de masas juveniles, apáticas, egoístas, irresponsables y criadas en casas vacías no será. Pero por falta de gente con espíritu de ciudadanía que les haga frente, tampoco.

domingo, 14 de agosto de 2011

A favor de la Jornada Mundial de la Juventud (Católica) en Madrid

ABSTRACT (RESUMEN): Del 16 al 21 de Agosto de 2011 tendrá lugar en Madrid la llamada Jornada Mundial de la Juventud (de la que es católica, se entiende). Múltiples voces se han posicionado en contra de la colaboración y facilidades que las autoridades han prestado a esta semana de actividades católicas que incluye la visita del Papa a la capital española. Múltiples asociaciones laicistas han convocado una serie de manifestaciones (con el apoyo de una parte del 15M madrileño). En este artículo mostraré por qué yo, siendo ateo, estoy en contra de esa manifestación y a favor de la JMJ.
Antes de nada, los datos*:
*(consultables en múltiples fuentes, por ejemplo, El Mundo, 13/08/2011, pags 8 y 9).

-¿Cuánta gente acudirá? Se calcula que cerca de un millón de personas acudirá a esta semana de actividades religiosas. 450.000 personas ya están inscritas oficialmente, y se esperan muchas más (que simplemente no se hayan inscrito por vivir ya cerca de Madrid).

-¿Cuánto cuesta? Según la JMJ, a ellos les va a costar 50,5 millones de euros.

-¿Cómo se financia? El 70% de ese dinero se ha cubierto con las inscripciones de los peregrinos. Una pequeña parte por donativos y la tienda de regalos. El casi 30% restante con el patrocinio de empresas privadas, mediante donaciones voluntarias pero que son desgravables a Hacienda. Esto último significa que hasta un 80% de lo que estas empresas donen a la JMJ en realidad lo está pagando el contribuyente (pues es dinero que está dejando de percibir Hacienda). ¿Por qué se puede hacer esto? Pues porque el Gobierno (el de Zapatero) declaró a la JMJ como "acontecimiento de excepcional interés público".

-¿Qué pone la Administración Pública? Además de las citadas desgravaciones y la cesión de espacios públicos (como lo hace con un montón de organizaciones de todo tipo, incluso con muchas que no tienen ni la décima parte de participantes e interesados): La seguridad (como en cualquier evento público que se haga), la decoración (flores, luces y cosas así), parte del alojamiento (la Comunidad ha cedido colegios y polideportivos públicos; igual que se hace en todos los pueblos para actividades lúdicas o cursos de verano) y un bono de transporte con precio rebajado para los peregrinos. Eso en Madrid, porque cientos de municipios de toda España han acogido, cada uno a su manera, a grupos de decenas (o miles) de participantes. Por lo demás, los 30.000 voluntarios del la JMJ se encargan de la organización, limpieza de los locales cedidos y demás cuestiones prácticas.

¿Qué critica la manifestación?
Oficialmente la manifestación del día 17 de Agosto critica las costes indirectos que la JMJ supone a las arcas públicas, unos 100 millones de euros según los convocantes. Se argumenta que la visita del Papa es pastoral y no de Jefe de Estado (aunque hay que decir que se entrevistará también con numerosas autoridades españolas durante esos días) y por tanto  el viaje debe financiárselo el Vaticano con sus propios fondos (aunque, técnicamente, eso es exactamente lo que está haciendo). Está convocada por asociaciones como Europa Laica, Redes Cristianas (cristianos críticos con ciertas prácticas de la Iglesia) y AMALIzquierda Unida se suma a la protesta y el PSOE madrileño también ha lanzado críticas a los gastos que produce la visita.
La manifestación sigue la estela de otras similares como la de la última Semana Santa o como la que tuvo lugar con la visita de Benedicto XVI a España el año pasado con motivo del año santo Xacobeo. Movilizaciones, dicho sea de paso, con bastante escaso seguimiento. La excusa son los costes de la visita papal, pero en el fondo no es sino una oportunidad para visibilizar sus reivindicaciones de laicidad del Estado y crítica de las doctrinas morales de la Iglesia, 'tomando prestada' la atención que los medios prestan a la JMJ. Resumiendo, es básicamente una manifestación contra la Iglesia Católica y sus posicionamientos ideológicos (que yo no comparto y tampoco es el tema de esta entrada), pero bajo la justificación del asunto de la financiación pública de las jornadas (el nombre que ellos dan a lo que en realidad son gastos indirectos).
Eso sí, también hay que decir que esta manifestación es perfectamente legítima mientra no suponga una alteración del orden público. [Lo digo porque algunos de sus detractores querían prohibirla en esas fechas o trasladarla a otra zona de Madrid distinta de la prevista por los organizadores. Finalmente la manifestación se hará por donde estaba pensado que lo hiciera].

¿Qué obtienen Madrid y España a cambio de esas prestaciones?
-Dinero: Se ha calculado en 100 millones de euros el dinero que ganará Madrid con la visita (más lo que obtengan las demás ciudades que también han recibido gente). Principalmente los obtendrá en turismo y todo lo que ello conlleva (hostelería [aunque no se ha conseguido el lleno], restauración, entradas a museos, souvenirs, etc.) ya que, mientras esperan la visita del papa (algunos durante más de dos semanas), cientos de miles de turistas ¡tendrán que estar entretenidos en algo! Además, recordemos que esos 50 millones que la Iglesia ha recaudado no "se los lleva", los gasta, y eso quiere decir que son 50 millones que se van a quedar en empresas y comercios españoles.
-Publicidad: Madrid y España estarán en telediarios del todo el mundo gracias a la visita del Papa, hablarán de las actividades turísticas de los peregrinos y mostrarán nuestras ciudades. En el fondo el efecto publicitario de todos los grandes eventos es más o menos igual de efectivo: igual de buena es la publicidad por unos Juegos Olímpicos, una Fórmula Uno, un Mundial de Fútbol, un gran festival de música o una visita del Papa; el caso es salir en los medios internacionales. Un ejemplo claro: El viernes 19 hay una procesión por el centro de Madrid con una selección de los mejores pasos de Semana Santa de toda España. Una oportunidad única de mostrar la riqueza de nuestro patrimonio histórico-artístico, animando a futuros turistas a que lo visiten. Yo, si estuviera en Madrid esos días, no me perdería tamaña exposición escultórica gratuita al aire libre.

¿Atenta la JMJ contra la aconfesionalidad del Estado Español?
No, ya que un Estado aconfesional tiene que no dar prioridad a ninguna confesión religiosa. Esto es perfectamente compatible con la "cooperación" del Estado con las distintas confesiones (artículo 16 de la Constitución de 1978). Es decir, si un millón de judíos o de musulmanes fueran a venir a Madrid junto con el Jefe de Estado de Israel o de un país islámico, pues se les daría el mismo trato (proveer de policía, espacios públicos, alojamiento y facilidades de transporte para fomentar que viniesen cuantos más turistas mejor, etc.). Los recursos se destinan por el número de asistentes, no por la finalidad de las jornadas.

Dichos los datos... ¿hace falta explicar el por qué de mi opinión? Pues es sencilla: la visita sale a cuenta. Los ingresos que genera superan a los gastos indirectos. Y aún si no se les diese las ayudas más polémica (la desgravación a las empresas donantes, el bono transporte reducido y el alojamiento en locales públicos) todo lo demás sería incontestable pues son aplicables a cualquier otro evento de similares características (cesión de espacios públicos para sus actividades, recibimiento de Jefe de Estado para el Papa, servicios de seguridad y ambulancias, etc.).

Finalmente, me remito a algunas de las declaraciones de uno de los organizadores de la JMJ: "Esto es como si una persona decide convocar una fiesta en su casa y pide cinco euros a cada uno; si la convocatoria es un éxito increíble ya tiene 5.000 euros. Entonces viene el vecino y dice: 'no te los gastes en una fiesta, haz algo por la comunidad'" (...) "la vía pública es de todos y la puede usar todo el mundo, incluidos los católicos" (...) Y se pregunta: "¿Cuánto pagamos nosotros por la manifestación del Basta Ya? ¿A la Asociación de Víctimas se les cobró el uso de la Gran Vía, el Paseo de Recoletos? ... ¡Espero que no!" Siguiendo con la comparación con otros actos privados en lugares públicos, De la Cierva reconoce que cuando el Real Madrid celebra sus victorias en la Plaza de Cibeles, a él, que es del Atlético, le molesta, pero no va a protestar.


PD. Pero no todas las actividades que realiza la Iglesia Católica con ayudas públicas son tan beneficiosas o legítimas. Atentos a mi próxima entrada: "Laicidad y aconfesionalidad. Alternativas para el futuro de las relaciones Iglesia-Estado".

PD.2. A día 17 tuvo lugar la "marcha laicista", en la que acabaron habiendo enfrentamientos con la policía (heridos y detenidos incluidos) e insultos entre pro-papa y anti-papa (más bien de los segundos, entre los que un grupo de radicales se dedicó a echar -literalmente, a empujones y amenazas- de la Plaza de Sol a todos los peregrinos que casualmente andaban por allí). Lamentable manera de acabar una manifestación que podría haber sumado a muchos y que ha terminado causando rechazo a quienes la podrían haber apoyado. Como laicista, creo que se puede reivindicar un estado más laico sin estar en contra de unas jornadas que traen más dinero del que cuestan; pero sobretodo sin necesidad de insultar a los católicos, sin burlarse en su cara de sus creencias y sin entrar en crispaciones viscerales, más bien propias de otras épocas más funestas. 

viernes, 5 de agosto de 2011

Falacias: el mejor amigo de la manipulación. Cómo nos embaucan los populistas (y cómo evitarlo).

ABSTRACT (RESUMEN): Esta entrada quiere servir de introducción al mundo de las falacias. Las falacias son errores de razonamiento, engaños con apariencia de sentido común. Son las técnicas que utilizan los populistas para que no nos demos cuenta de la falta de lógica de sus argumentos ...pero también las usamos en nuestro día a día. En este artículo se hará una selección de las falacias más comunes, para evitarlas en nuestra propia argumentación y para poder detectarlas en la de quien nos quiera vender la moto.

Hace dos milenios y medio, los griegos ya tenían un nombre para quienes mezclaban oratoria con populismo para lograr sus fines: eran los sofistas. Aunque en su origen el término se usaba de otra manera, hoy en día sofista es aquel que consigue convencer o influenciar a los demás mediante la palabra; pero no mediante argumentos de peso y datos contrastables, sino mediante la elocuencia y el control de las emociones ajenas.

En una democracia los ciudadanos elegimos. Pero ¿hasta qué punto nuestra decisión se basa en argumentos de peso y no en las trampas que los sofistas nos tienden a cada paso? ¿Cómo se supone que vamos a defender nuestros intereses si nuestro conocimiento de la realidad es cada día menguado por quienes "simplemente hablan muy bien"? Sin duda, la falta de formación específica en oratoria, debate y razonamiento lógico son el primer punto a su favor. Quien conoce los ardides de la oratoria puede utilizarlos para bien o para mal... Eso depende de cada uno. Pero si todos los ciudadanos conociéramos las falacias más básicas, de la noche a la mañana los políticos dejarían de convencernos de cualquier mentira con tanta facilidad, dejarían de sacarnos el voto sin sacar antes, al menos, una buena razón para ello. La base de la democracia de calidad -instituciones aparte- es una ciudadanía informada y capaz de evitar el engaño. Cuanto más fácil sea colárnosla con palabras bonitas, menos se esforzarán nuestros dirigentes por hacer las cosas bien de verdad.

Finalmente, tres advertencias:
-1ª: En el 99,99% de cualquier conversación política que dure más de quince minutos alguien acabará utilizando alguna falacia. Algunas personas, incluso, usarán casi exclusivamente argumentos falaces. Esto es así desde la barra de un bar a los debates electorales entre candidatos. En la mayoría de los casos lo hacemos inconscientemente, sin ánimo de engañar; de hecho algunas son reacciones psicológicas naturales, determinadas por la evolución o las emociones. Hasta tal punto tenemos interiorizadas algunas falacias. Incluso conociendo un tipo de falacia a veces podemos utilizarla o que la utilicen contra nosotros sin darnos cuenta. Es una cuestión de práctica el detectarlas e identificarlas. Afortunadamente no nos faltarán ocasiones para practicar: no hay más que encender el telediario o conversar de política con los amigos para empezar a encontrar ejemplos uno tras otro. 
-2ª: Un argumento que incluya una falacia nunca podrá ser válido para probar nada. Esto no quita para que lo dicho no pueda ser un "indicio" o algo "de sentido común". Tampoco debemos volvernos locos evitando absolutamente cualquier principio de falacia, pues las conversaciones no son fórmulas matemáticas, libres de emociones y percepciones irracionales. Simplemente recordemos que un indicio no demuestra nada por sí solo. Y, muchas veces, la del sentido común no es sino la apariencia que el sofista le da, artificialmente, a sus argumentos.
-3ª: Algunas falacias no son sino el abuso de técnicas de oratoria en principio honestas. No está mal apoyarnos en fuentes de autoridad, simplificar un poco el debate para que el público lo entienda, denunciar la hipocresía de nuestros rivales, rodear las afirmaciones polémicas de afirmaciones ampliamente aceptadas o ejemplificar nuestros argumentos en vivencias personales. Sin embargo, no tenemos que perder de vista que estas técnicas podrán ser útiles como maneras de hacer nuestro mensaje más eficaz, pero no son argumentaciones en sí mismas ni contribuyen a demostrar que tengamos razón.

Algunas de las falacias más comunes:
*Muchas de estas falacias están relacionadas o se parecen unas a otras. Pero, como les decía hace poco a mis alumnos de un curso de oratoria y debate, es mejor conocerlas por separado y de antemano para poder atacarlas automáticamente. A menudo, sólo con el sentido común podemos darnos cuenta de que algo no nos cuadra en el discurso de alguien. Sin embargo, en un debate, no vamos a tener precisamente todo el tiempo del mundo para pararnos a pensar exactamente qué era lo que nos chirriaba de lo que el otro ha dicho (y menos aún cómo denunciarlo ante terceras personas que nos estén escuchando).

-Ataque personal [O "ad hominem", en latín, que es como se la conoce a esta falacia desde la antigüedad]: se trata de criticar al adversario en lugar de sus argumentos. La idea es "por ser esta persona como es, no hay que hacerle caso a nada de lo que diga". Se trata de desviar la atención de los verdaderos argumentos para no entrar realmente a discutirlos. Los ejemplos son inagotables: "tú qué sabrás, eres muy joven"; "la gente que simpatiza con ese partido sólo puede decir tonterías"; "los viejos nunca lo entenderéis"; "la profesora no tiene ni idea, ella no tiene hijos"; etc.
-Falacia de autoridad: "porque él lo dice, debe ser verdad". Citar a alguien que sea una eminencia es un apoyo a unos argumentos, pero no puede sustituirlos (pues ni el más sabio está libre de errores o de ser malinterpretado).
-Sofisma populista: "la opinión de la mayoría es la verdadera", "si tanta gente lo piensa será por algo". Nuevamente puede ser un indicio, pero nunca una prueba. Puede ser que la totalidad del planeta sea de una opinión salvo por una persona, que sea de la contraria... y que esa solitaria persona sea la que tenía razón (véase el caso, por ejemplo, de Galileo).
-Argumento desde la falacia: Aunque un argumento sea falaz por el razonamiento que ha seguido, la conclusión puede ser fortuitamente correcta. Por ejemplo: un político puede inventarse completamente una acusación de corrupción contra su rival, demostrarse que esa acusación era inventada y, más tarde, resultar que realmente era corrupto (aunque el primer político no lo sabía y sólo quería perjudicar su imagen). El político corrupto podría utilizar esta falacia para hacer creer a la gente que, puesto que la primera acusación fue falsa, la segunda también lo es.
-"Post hoc ergo propter hoc" ("Después de y, por lo tanto, como consecuencia"): Por ejemplo: este atentado ocurrió la misma semana en la que el presidente hizo aquellas declaraciones (cuando el atentado lo tenían pensado hacer de todas formas desde mucho tiempo atrás).
-"El opuesto/contrario a algo falaz/malo es algo correcto/bueno". Ésta es una falacia muy usada tanto por el juego de partidos bipartidista como por los extremistas. Su objetivo es simplificar situaciones complejas e ignorar la posibilidad de que las dos opciones sean buenas/ciertas o las dos sean malas/falsas. Ejemplos: "El PSOE ha gestionado mal la economía, luego el PP lo hará mejor". "Los fascistas en España querían una dictadura, luego los comunistas querían una democracia". "Se ha demostrado que esa persona ha mentido, luego su oponente decía la verdad". "Los israelíes matan a inocentes, luego los palestinos luchan limpiamente (y viceversa)".

*Una variante de esta falacia es la de que "el oponente de alguien que se equivoca, tiene razón". Como ejemplo de este engaño valga el siguiente fragmento de la película "Gracias por fumar" (comentada en mi anterior entrada sobre cine político): [ver en youtube].
-Muestras sesgadas. Esto ocurre sobretodo en los sondeos, en los que se elige a gente de una zona o de unas características concretas y no representativas del total de la población.
-Generalizaciones (prejuicios, tópicos...): Las hay por deducción ("Puesto que los alemanes tienen fama de trabajadores, deduzco que su jornada laboral será más dura"), por inducción ("Como todas las personas con las que hablé ayer opinaron igual, deduzco que la población apoya mayoritariamente tal medida"), por uso del ejemplo como prueba ("¿Que todos los inmigrantes no son gente problemática?, pues yo tengo un vecino que...") y por probabilidad ("Si un dado ha salido cinco veces par, lo más probable es que la sexta vez salga impar" o "nadie compraría para la lotería los números que ya salieron la semana anterior, es imposible que toquen dos veces"; en ambos casos la probabilidad es exactamente la misma sin importar el número de veces que se intente o de los resultados obtenidos).
-Verdades a medias: Dicen que la mejor manera de mentir es introducir partes de verdad que rodeen la falsedad. Ejemplo: "El Frente Popular ganó unas elecciones libres, en un país con una constitución democrática, luego la mayoría de la gente que luchaba en el Frente Popular en la guerra civil luchaba por la democracia representativa contra una dictadura autoritaria" (Cuando en realidad en el bando republicano se luchaba, básicamente, por la revolución comunista o por la revolución anarquista, ambas enemigas de la democracia liberal).
-Vivencias personales: A menudo nos dejamos convencer más por una conmovedora historia personal que nos cuenten (o que hayamos vivido nosotros mismos) que por la realidad objetiva. Ejemplo: "¿Viste las noticias? ¡Qué horrible crimen! Las calles son muy inseguras hoy en día" (cuando en realidad la criminalidad ha descendido ese año).
-Falso dilema: Limitar a un número (2, por ej.) las opciones cuando en realidad hay más. Ejemplo: "O estás con nosotros o estás con ellos" (cuando a lo mejor tú estás con un tercero). Otra variante es: Limitar a 2 las opciones cuando éstas no son sino los extremos de una gradación de posibilidades. Ejemplos: Un extremista de derechas dirá "hay dos opciones, o una represión fuerte o el caos". El extremista de izquierdas dirá "hay dos opciones, o la revolución socialista o la esclavitud". Ambos incurren en un falso dilema, pues puede evitarse el caos sin necesidad de sangrientas represiones y se puede acabar con la esclavitud sin pasar por una revolución socialista.
-Falacia del punto medio (como el más cercano a la verdad): A veces en una discusión uno tiene toda la razón y el otro ninguna. A veces ninguno tiene la razón absoluta, pero uno sí que está más equivocado que el otro. Así de simple.
-Confundir correlación con causalidad: que dos circunstancias se den a la vez no demuestra que una sea consecuencia de la otra. Por ejemplo: Durante los años en los que gobernó Aznar coincidió que la economía española creció. Quizás haya causalidad o quizás no, pero la mera correlación no es prueba suficiente para afirmarlo.
-Falacia de la causa única (cuando en realidad hay varias). Esta simplificación de una realidad compleja hace que el sofista consiga que nos fijemos en los factores que a él le interesan. Ejemplo: Tras la crisis de 2008 en España, el gobierno dirá: se debe básicamente a la quiebra de bancos americanos. La oposición dirá: se debe básicamente a la mala gestión del gobierno. Ambos serían falaces. Relacionada con esta falacia, encontramos la de "la causalidad infinita", intentando enlazar dos ideas lejanas ignorando multitud de factores intermedios (quizás más importantes). Ejemplo: "la guerra civil española tiene tiene como causa la Guerra del Rif, que a su vez causó malestar en los civiles y el ejército, que a su vez causaron...".
-Falacia de las muchas preguntas: plantea una pregunta que incluye afirmaciones, por lo que responder "sí" o "no" ya implica aceptar esas afirmaciones. Ejemplo: "¿Todavía pegas a tu esposa?" (Si no cuestionas la propia pregunta, tanto si dices sí como si dices no: ¡estás perdido!). O también: "Vosotros los del PP, ¿Todavía apoyáis el franquismo, o ya no?" (cuando dicho partido nunca lo ha apoyado).
-Conclusión irrelevante, refutación ignorante o eludir la cuestión: Un clásico de las conversaciones de taberna. Consiste en utilizar un argumento que puede ser cierto, pero que no tiene nada que ver con el tema que se está tratando. Es el conocido "saltar de tema". Ejemplo: "-Este gobernante ha hecho un buen trabajo en seguridad pública. -Sí, sí... ¿pero qué me dices de cómo están las carreteras?".
-Falacia "del francotirador": Esta falacia es como un francotirador que dispara al azar y luego pinta dianas alrededor de donde han dado las balas diciendo "le he dado justo en el centro". Es decir, construir una teoría o un razonamiento para justificar una conclusión de la que ya estábamos convencidos previamente. También ocurre cuando inventamos definiciones "ad hoc", es decir, únicamente para usarlas con el sentido que a nosotros nos interesa. Ejemplo: Hay quien quiere ver en ciertos sucesos internacionales una poderosa conspiración orquestada por sociedades secretas y servicios de espionaje (cuando a lo mejor, simplemente son hechos cuya única relación entre sí es la que a nosotros se nos ha ocurrido). Está científicamente demostrado que el ser humano no procesa bien el concepto "azar" y tiende a agrupar todo en patrones lógicos. Esto nos ha llevado a crear las más disparatadas teorías y supersticiones.
-"Y tú también": Es un tipo de ataque personal. Se basa en querer demostrar la falsedad de una premisa mediante la hipocresía de quien la enuncia (al estilo de "mira quién habló"). Ejemplo: Pongamos que un político es justamente acusado de ser un derrochador; si luego acusa a su rival de derrochador, éste segundo usará la falacia "¿y tú qué?" para querer desautorizarlo (cuando a lo mejor, ambas acusaciones son igual de ciertas y el primer político podrá ser un hipócrita... pero decía la verdad).
-Falacia de la ignorancia: ante dos opciones, afirmar algo por el hecho de que no se pueda demostrar su contrario. Ejemplo: "-¿Puede demostrarse que esa persona es inocente? -No. -Luego es culpable". Esta falacia es muy citada también en temas de teología.
-Falacia "del hombre de paja": Es como quien ataca a un espantapájaros simplemente porque es más fácil que atacar a un hombre de verdad. Consiste en exagerar la postura del contrario y entonces criticar dicha exageración. Si tiene suerte, el sofista conseguirá aparentar que te derrota sin realmente haber rebatido tu posición o, peor aún, tú reaccionarás refutando su crítica y acabará pareciendo que lo que haces es defender esa postura exagerada en la que tú, realmente, no crees. Otro clásico de las conversaciones de andar por casa ...y de andar por el Congreso. Por ej. "-Creo que el aborto es un crimen. -Tú lo que pasa es que te crees todo lo que la Iglesia dice, y ellos nunca piensan en la gente con problemas. -Pero la Iglesia sí que ayuda a mucha gente que..." Da igual cómo siga el debate, la segunda persona ha conseguido que se hable de si la Iglesia es buena o mala, no de si el aborto lo es.

PD. Esta lista está sujeta a ampliaciones y sujerencias.

*Más información:
En internet podemos encontrar muchísima información extra sobre el tema. Con sólo poner "falacias" en google ya tenemos para empezar. Algunos enlaces interesantes son los siguientes:
-Entrada correspondiente en Wikipedia: [enlace]
-Diccionarios de falacias (vienen bien explicadas de manera más extensa, están las de este artículo y muchas más, incluyendo más ejemplos prácticos): [enlace al 1º] [enlace al 2º] [enlace al 3º] [enlace al 4º]
-A menudo se asocian las listas de falacias con las críticas a los dogmas de religión [ejemplo 1º] [ejemplo 2º] sin embargo, los tipos de falacias son abstractos. Un tipo de falacia se puede utilizar para defender una cosa y su contraria.