"Cuando los ciudadanos se desentienden de la política...
...pueden llegar al poder políticos que se desentiendan de los ciudadanos".

martes, 16 de agosto de 2011

Caos en las calles. Las consecuencias del 'todo vale' de una generación sin referentes

ABSTRACT (RESUMEN): El 13 de agosto de 2011 tuvieron lugar en Londres (y después en otras ciudades) los mayores disturbios que se han visto en décadas en toda Gran Bretaña. Saqueos, incendios, agresiones y hasta asesinatos. Miles de personas campando en una orgía de caos y pillaje que ni las películas post-apocalípticas. Más de 15.000 policías han hecho falta para devolver un tenso orden a las calles en plena capital del reino, en un país supuestamente civilizado y  económicamente mejor que muchos otros. Nadie parece tener la respuesta a la gran pregunta ¿Por qué? ¿Por qué ahí, por qué ahora, por qué semejantes proporciones? ¿Por qué saqueaba gente sin necesidades económicas? ¿Por qué había niños-bien quemando comercios? ¿Qué es lo que no hemos visto en estos años para que tamaño descontrol se nos haya ido de las manos?

  • Los hechos:
Era sábado por la tarde. Unos escasos cientos de personas se manifestaban por la muerte esa semana de Mark Duggan, joven negro (afrocaribeño) de 29 años, durante un tiroteo con la policía. Unos dicen que era un pandillero peligroso, otros hablan de un exceso en la actuación policial. Poco importa eso ya, porque lo que vino después nada tuvo que ver con el origen de todo esto.
Apenas tres horas después, la manifestación se calentó y empezaron los roces con la policía. Nada que no ocurra en un montón de manifestaciones. Tuvieron que acudir los antidisturbios. Pero ya fue tarde. Algo más de dos horas depués, sobre las 23h, los rifi-rafes con la policía habían degenerado en disturbios a gran escala. Autobuses quemados, casas quemadas, comercios saqueados...
Tres días tardó la policía en controlar la situación, todavía cogida con alfileres. Para entonces ya se había extendido a varias ciudades más del país, las pérdidas económicas se cifraban en millones, los heridos por cientos, los detenidos por miles y las vidas segadas en cuatro (todas personas que habían acudido a proteger sus locales y barrios).

  • Los factores:
-Coyunturales: son básicamente dos.
En primer lugar la falta de policía, especialmente durante el primer día de disturbios. Muchos han achacado parte de la culpa -probablemente con acierto- al recorte de efectivos que el gobierno de Cameron le ha hecho a las fuerzas de seguridad. Parece difícil dejar de fijarnos en que los disturbios se han descontrolado precisamente el año en que se ha prescindido de miles de agentes. Pero tampoco es que haya sido la causa.
Otra cuestión es la de la quizás lenta actuación de la policía. Admitámoslo, no se lo esperaban, pero ¡ni ellos ni nadie! En situaciones como ésta, lo más efectivo es un gran (y si es exagerado, mejor) despliegue policial en los primeros momentos. Esto lo que hace es cortar de raíz el problema, no tanto por las personas que se detienen en las calles, sino por las que todavía estaban en sus casas pensándose si salir o no. Una respuesta débil de las autoridades (quizás por no querer ser desproporcionados) al principio de un conflicto, sólo desemboca en que los alborotadores se crezcan, tomen confianza y hagan un efecto llamada. La sociedad debe defenderse. La democracia debe defenderse. Y cuando la defensa es tibia, a los dos días acaban siendo necesarios más efectivos de los que hubieran sido necesarios el primer día para acabar con todo desde su comienzo.
En segundo lugar el uso de las nuevas tecnologías. En especial redes sociales como Facebook o el chat de Blackberry. Parecen haber sido el cauce por el que se han organizado los saqueadores, especialmente su punta de lanza: las bandas de delincuencia organizada. El primer ministro ya ha lanzado un "globo sonda" a la opinión pública a ver qué le parecería que el gobierno pudiera bloquear o restringir este tipo de servicios virtuales. Personalmente, creo que sería inútil (si no han controlado unos dictadores a los informáticos de Túnez y Egipto, menos va a controlar un gobierno democrático a todos los usuarios informáticos del Reino Unido).

-Económicos: Crisis económica, marginación en barrios pobres, jóvenes sin futuro profesional absorbidos por bandas de pandilleros, inmigrantes que no acaban de poder integrarse, racismo latente... Sí, sí, todo esto nos suena. No nos pilla de nuevas y tiene su parte de culpa en todo esto, sin duda. El barrio de Totenham, donde todo empezó, ya vivió disturbios en los 70 y 80. Pero entonces los factores estuvieron más claros: conflictos económico-raciales, roces entre población negra y la policía, barrios conflictivos, etc. Eso no es lo que ha pasado ahora. Quizás por ahí fue la chispa, pero apenas unas horas después del inicio de todo, los disturbios ya nada tenían que ver con su origen (y de hecho, la mayoría de sus víctimas fueron personas humildes y trabajadoras, en gran parte inmigrantes). Hasta los familiares del citado Mark Duggan salieron en los medios intentando calmar a la gente. No lo consiguieron, simplemente, porque los que estaban saqueando tiendas de televisores de plasma no conocían al tal Mark ni les importaba un pimiento.
El año pasado también se vivieron en Londres una serie de protestas contra los recortes sociales... igual que en casi todos los países de Europa. Pudo ser un factor más para caldear el ambiente, pero debemos descartarlo también como causa de todo. Un dato crucial es que gran parte de los asaltantes y saqueadores ni siquiera eran gente en paro o pobre, muchos eran menores de edad que vivían con sus padres o "niños-bien" de familias acomodadas, incluso profesionales con trabajos tales como enfermeras o asistentes sociales... El argumento de unos "saqueos por necesidad económica" también se derrumba. No hay más que ver lo que se robó: ni panes ni harina... fueron teles de plasma, ropa pija y cosas por el estilo. Tampoco se ha podido demostrar que las familias desestructuradas o la pertenencia a bandas sean un factor determinante y excluyente a la hora de que un joven participe o no en los disturbios. Hay algo más detrás de todo esto que no es la reivindicación política, ni la provocación de la policía, ni la marginación social, ni la necesidad económica. Pero... ¿¡qué demonios es!?

-Culturales: Muchos, el primer ministro Cameron a la cabeza, han hablado de la "perdida de valores" como uno de los factores. Entiéndase en un sentido muy amplio.
Hay cuestiones educativas, señaladas por muchos, que critican la falta de disciplina en las aulas, donde la figura del profesor ha perdido la posición de autoridad de la que siempre había gozado; privando a los alumnos de uno de sus primeros referentes en el concepto de jerarquía. En España está pasando lo mismo y deberíamos reaccionar a tiempo con iniciativas como la figura jurídica de "autoridad pública" para los profesores o la concienciación a los padres, que son a menudo los primeros en menoscabar la posición del docente frente a los alumnos. Pero no sólo en la escuela se educa uno. Es la base de toda educación, la de los padres, la que ha fallado principalmente. Niños consentidos se han convertido en adolescentes que hacen lo que quieren porque nadie se les opone en casa. Nunca nadie les dijo "NO", a veces por dejadez paterna o en muchos otros casos, directamente, por ausencia de los padres. ...¿Y cómo van a estar presentes unos padres obligados a jornadas laborales interminables, que casi exclusivamente aparecen por casa para dormir? ¿Podría ser este tipo de factores familiar-económicos un punto común a los saqueadores ingleses, a los que quemaban coches en París o Marsella y a los miembros de bandas juveniles en España o los EEUU?
Como decía en una entrevista el psicólogo Anthony Daniels, "Los niños británicos tienen más posibilidades de tener un televisor en su habitación que un padre viviendo en casa. Un tercio de ellos nunca han comido con otro miembro de su familia en la casa familiar. (...) Son, por lo tanto, radicalmente asociales y profundamente egoístas. Al crecer están destinados no solo al desempleo sino a ser inempleables" Y continúa en otro artículo: "Los disturbios son la apoteosis del Estado de bienestar". (...) "Una población que cree que tiene derecho a altos niveles de consumo con independencia de su esfuerzo personal; y que si no consigue alcanzar esos niveles en comparación con los demás lo percibe como una injusticia. Se ven a sí mismos como despojados, incluso a pesar de que cada uno de sus miembros ha recibido una educación que ha costado 80.000 dólares, por la que ni él ni probablemente ningún miembro de su familia ha hecho mucho por contribuir. E incluso si fuera capaz de reconocer eso, no significa que vaya a mostrarse agradecido, porque la dependencia no crea agradecimiento. Al contrario: simplemente sentiría que las subvenciones no son suficientes para permitirle vivir como quisiera".
Hay también cuestiones morales. O más bien de falta de moral. Buena parte de la masa adolescente (y no tan adolescente) de hoy en día se ha anclado en una especie de nihilismo despectivo con todo. No se trata de una crítica racional al sistema, sino del mero pasotismo, de falta de identificación con la sociedad que les rodea. Es parte de la idea de "generación ni-ni". Gentes que se han criado teniéndolo todo, sin esforzarse por nada y que, ante las negras perspectivas de futuro del panorama laboral, se ven si cabe menos motivadas a buscar una salida a su situación. Gentes que han perdido valores y conceptos como los de comunidad, ciudadanía o esfuerzo personal. Gentes que no tienen nada que perder.. o mejor dicho, que se creen que no tienen nada que perder. Que interiorizan, a la vista de la corrupción de sus dirigentes y del alarmismo de la prensa sensacionalista, que los delitos nunca se acaba pagando, que uno puede hacer 'lo que quiera'. Y lo que es peor: que tiene derecho, al menos moralmente, a hacerlo. El famoso "hooligan" inglés ha dado un salto cualitativo, pero nada que no pueda reproducirse en nuestro país... Pensemos por ejemplo en los casos de  niñatos de familia acomodada que se dedican a asesinar mendigos por pura 'diversión'.

Pero todo lo anterior se ve reforzado por el patrón cultural y económico dominante en nuestros días: la sociedad de consumo. La expansión del pensamiento económico ha llegado a ámbitos de la vida antes libres de tal injerencia. El bombardeo publicitario es incansable y quizás nosotros, la segunda generación de la sociedad de consumo y la cultura de la televisión, estemos empezando a interiorizar sus efectos. Las técnicas de márketing nos han vendido durante años que podíamos ser más felices teniendo esto y aquello, poniéndonos tal artículo o comprando lo de más allá... El problema es que, tarde o temprano, la realidad acaba por recordarnos que tal producto no nos está haciendo felices porque siempre habrá otro más caro o más nuevo que no estaremos teniendo. Dicho momento ha llegado, quizás, con la crisis: nos hemos dado cuenta de que no tenemos todo aquello que nos han hecho querer tener. Y lo que es peor, hemos empezado a temer que nunca lo tendremos. La sociedad de consumo se basa en aguantar las injusticias sociales o la infelicidad actual bajo la promesa de una posible felicidad futura. Pero... ¿qué pasa cuando, de repente, una generación entera se da cuenta de que, probablemente, nunca cumplirá los sueños para los que la publicidad nos ha programado? Frustración. Desengaño. Ira.
Finalmente, algunos han apuntado a un tema peliagudo, el Estado del Bienestar. La teoría, que huele a interesada, artificial y casualmente "oportuna"... no deja de tener su sentido. En países como Reino Unido, muchas familias viven durante años (a veces generaciones) exclusivamente de los generosos subsidios sociales. La idea es la siguiente: hay una generación que ha crecido sin ver jamás a ninguno de sus padres ir a trabajar. Una generación que cree que tiene derecho a todo porque sí, por la costumbre de recibir gratis, sin darse cuenta de lo que cuesta ganarse las cosas. Que los billetes crecen en los árboles, valga la expresión.
No debemos dejar que nos confundan quienes asocian prestaciones sociales con vagancia o quienes ven un fomento de la improductividad donde simplemente hay solidaridad con quien padece desigualdades sociales. No obstante, también puede ser sano reflexionar sobre cuáles han de ser los límites de algunas subvenciones, especialmente si a lo mejor resulta que no están cumpliendo la finalidad para la que se destinaron.

-Sociológicos: Podríamos encontrar un principio de explicación a los robos masivos en lo anteriormente explicado. Pero... ¿y a la quema de manzanas enteras de casas? ¿Y a la violencia desatada? ¿Y al sentimiento de impunidad? ¿Y al relativismo moral del "todo vale"? Numerosos sociólogos apuntan ya a los disturbios como un caso de "comportamientos de masa", algo más allá de un mero problema de delincuencia.
Esto me recuerda a experimentos como el de La cárcel de Standford o el de Milgram (comentados en mi anterior entrada "Política y Punset", una selección de enlaces a documentales del programa "Redes"). Dichos experimentos demostraban como personas normales y 'buenas' eran capaces de atrocidades cuando el contexto social era propicio. Ya fuera por presión de grupo o por confianza ciega en un superior, el caso es que la voluntad y razocinio independiente de los participantes en el experimento se demostró casi nula.
En casos de disturbios graves como los de Inglaterra o los de Francia en 2005 todo puede comenzar en bandas criminales o en turbas enfervorecidas por la marginación social respectivamente, añadiéndose a posteriori el resto de la gente en un efecto 'bola de nieve'.
A menudo la gente hace lo que hace simple y llanamente porque puede, porque es fácil, porque se lo ordenan, o porque todos los demás lo están haciendo. El poder de atracción de la masa (en el sentido sociológico) es mayor de lo que somos conscientes. Que una persona no se haya dejado llevar por el bandalismo colectivo en toda su vida no quiere decir que no sea capaz de ello si el vacío de autoridad y el contexto social son propicios. Sin esas herramientas y sin una personalidad fuerte, no somos sino veletas en manos de las circunstancias que nos rodeen.
  • El resumen:
En cuanto a las causas de la crisis, mi conclusión es que no se pueden reducir a una, ni a dos ni a tres. Se trata de un fenómeno sociológico muy complejo, suma de miles de historias personales cada una distinta de la anterior. Pero sí que podemos intuir ciertos patrones económicos, educativos, culturales y sociológicos. Un buen resumen podrían ser las palabras que dijo Cameron estos días:
"Los niños sin padres, las escuelas sin disciplina, la recompensa sin esfuerzo, el crimen sin castigo, los derechos sin responsabilidades, las comunidades sin control...", han llegado a un punto donde la irresponsabilidad y el egoísmo llevan a las personas a comportarse "como si sus decisiones no tuvieran consecuencias".

Todo hay que decirlo, los saqueadores son una pequeña minoría de la población. La mayoría de la gente ve todo esto con incredulidad e indignación, la mayoría está con la policía, con los dueños de casas y comercios quemados, con las patrullas ciudadanas que espontáneamente se han reunido para limpiar las calles arrasadas... Pero sin duda se enfrentan a una minoría cada vez más numerosa, más segura de sí misma y menos preocupada por las consecuencias de sus actos.

  • Las consecuencias:
Antes de nada, una inquietante reflexión: No puedo evitar acordarme de un curioso documental, basado en el libro homónimo de Naomi Klein, llamado "La doctrina del Shock" (de 2009, comentado en mi entrada sobre cine político). Este documental trata de establecer una relación entre hechos dramáticos como guerras, represión, crisis económica o desastres naturales y la implantación de nuevas medidas económicas aprovechando la distracción que estas catástrofes provocan en la opinión pública [enlace al vídeo]. Aciertos y divagaciones del documental aparte, no hay duda esta es una época muy "golosa" para gobiernos que quieran tomar medidas impopulares en el Reino Unido. No tiene más que presentar la medida a implantar como una solución a los disturbios. La población, atemorizada y confusa ante un fenómeno tan inesperado, tragará con lo que sea, en su deseo de retomar la calma. No soy adivino, pero sin duda hay temas sensibles a ser utilizados en este sentido: la restricción y control de las redes sociales en internet, los recortes en prestaciones sociales, el uso de cámaras en lugares públicos (en lo que Londres es el número uno mundial), reformas penales, reformas de la educación, etc.

Más allá de lo material y de las consecuencias económicas, Gran Bretaña sin duda va a entrar en un periodo de reflexión y autocrítica. Temas tabú como el de ciertos subsidios sociales saldrán a debate igual que ya lo ha hecho el asunto del control de las redes sociales. Cuestiones como la educación y la falta de un futuro para los jóvenes deberán ser revisados en profundidad si no queremos perder otra vez la oportunidad de cambiar aquello que no funciona. La sociedad de consumo, me temo, seguirá con su avance implacable; corrompiendo las mentes de todos nosotros, prometiéndonos lo que no podemos tener y despreciando lo que ya tenemos. Por lo menos, la policía ya no se tomará como un asunto menor la aparición de desórdenes públicos en las ciudades. En cualquier caso, este es un tema todavía candente y del que aún hará falta distanciarse en el tiempo para comprenderlo de una manera más clara.
No es fácil cambiar la mentalidad de buena parte de una generación. Ni tampoco rápido. Sin embargo, todos nosotros: jóvenes, padres y ciudadanos de toda condición somos responsables de lo que pase de aquí en adelante. Ningún país está a salvo de disturbios. Los ingleses fueron los primeros, pero el caldo de cultivo que nutrió sus saqueos no nos es ajeno. Por falta de masas juveniles, apáticas, egoístas, irresponsables y criadas en casas vacías no será. Pero por falta de gente con espíritu de ciudadanía que les haga frente, tampoco.

2 comentarios:

  1. A mí lo de señalar con el codo y de reojo a los padres me parece una bonita maniobra de tirar "balones fuera". Veo evidente que en el fondo de este pozo brilla el verdadero culpable: el sistema económico y laboral de hoy en día que deshumaniza la familia y la fragmenta para tenerla a su disposición.Como ejemplo-tópico sacaré a relucir la manía de insistir en que "conciliación familiar" es abrir guarderías 24 horas y "permitirnos" a las mujeres "volver" a nuestros puestos de trabajo casi aún sangrando del parto, agradecidísimas de que nuestro atrevimiento no nos cueste la carrera profesional. Así, los niños deben cumplir su función de futuros obreros y renunciar a la dedicación de sus padres y con ello a toda su construcción emocional en pro del sistema económico. Recomiendo vivamente a Ileana Medina que lleva analizando este fenómeno de la "niño-fobia" desde hace tiempo.
    ¿Cronos devora a sus hijos?

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  2. *He añadido un par de frases en el artículo incluyendo tu aportación. Desde luego, con padres ausentes por jornadas laborales interminables, así difícilmente va a haber alguien que crie a los hijos. Y si no lo hacen los padres... difícilmente los colegios, la tele o los amigos van a suplir por completo la labor.

    PD. Miré el artículo que me decías de la niño fobia. Tiene cosas interesantes la verdad. Pongo el enlace para quien quiera verlo: http://www.tenemostetas.com/2011/05/la-nino-fobia.html
    Me quedo con la última frase del artículo: "No podemos abandonar a los niños y luego inventar una asignatura (...) para que aprendan a no maltratar a los demás. La ética se transmite con el ejemplo."

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