"Cuando los ciudadanos se desentienden de la política...
...pueden llegar al poder políticos que se desentiendan de los ciudadanos".

lunes, 14 de mayo de 2012

Borrón y cuenta nueva, revoluciones y otros cuentos populares

ABSTRACT (RESUMEN): Después de meses de escuchar cómo los mensajes "antisistema" y anti-europeos aumentan en número y volumen, hoy ya he tenido suficiente. Quisiera dedicar esta breve entrada a todos aquellos que escuchan embelesados los cantos de sirena del "borrón y cuenta nueva"; que, como en la Odisea, solo conducen hacia las rocas. Tras cumplirse el primer año del movimiento 15-M, quisiera recordar que la mayoría de los que lo apoyamos entonces seguimos indignados. Pero no como anti-sistemas, sino como cambia-sistemas. Sobre esta diferencia tratará mi artículo; a nivel estatal, pero también europeo.

El desencadenante de este artículo es una carta abierta al presidente español que últimamente circula por internet. Tras unas críticas más o menos acertadas a las contradicciones, mentiras y desaciertos del gobierno de Mariano Rajoy, concluye de la siguente manera:


"Solo le deseo que si algún día la sociedad se rebela, salimos a la calle, tomamos los poderes públicos, proclamamos una Asamblea Constituyente, convocamos un referéndum sobre la forma de Estado, disolvemos los partidos actuales y los obligamos a refundarse en partidos que atiendan a las ideologías políticas y no a las económicas, establecemos un sistema de elecciones realmente democráticas, nos salimos de la moneda alemana (llamada también euro) y establecemos pactos bilaterales con los países importantes, invertimos en educación e investigación. Si todo eso pasa y empieza con una mecha que la sociedad enciende. Si pasa y asaltamos su palacete en la Moncloa, ojalá usted esté ya camino del exilio en Berlín. "

Pues bien, solo digo una cosa, cuidado con no confundir una buena crítica con una buena propuesta.

Este señor tiene razón en estar indignado con las mentiras y las medidas de Rajoy. Pero eso no convierte a algunas de sus propuestas en menos absurdas y contraproducentes de lo que son.

A lo largo de la historia, cuando hay graves problemas en una sociedad, a menudo una parte de la población se siente tentada al "borrón y cuenta nueva" como panacea que todo lo soluciona. Sin embargo, la historia, tozuda, nos recuerda que en la mayoría de las ocasiones el cambio es a peor; que las prisas revolucionarias solo llevan a excesos, a nuevas élites que escapan al control de los ciudadanos que las auparon, a errores de cálculo que se multiplican al sustituir a los expertos por el "todopoderoso" sentido común popular (que cada uno tiene el suyo, variando con las pasiones de cada día) y a ciudadanos defraudados por promesas hechas con mucho corazón y poca cabeza.

Si una ley es injusta, se puede cambiar. Si cien leyes son injustas, se pueden cambiar. Nadie dijo que fuera fácil, eso sí. Negar que hay personas con más capacidad que otras de influir en la sociedad sería no ver la realidad. Negar que estamos en una democracia, a pesar de los poderes económicos y mediáticos, sería no conocer cómo funciona nuestro sistema (bueno, o no creer en la idea de la democracia representativa, pero esa ya es otro debate).
"Una asamblea constituyente" decía el artículo. Suponiendo que ésta nos dará una mejor constitución que la que ya tenemos. Ignorando que hoy en día no existe el consenso que se logró durante la Transición. O lo que es lo mismo, que una constitución escrita "de cero" ahora mismo tendría menos apoyos que los que tuvo la del '78. El pueblo, a diferencia de lo que ciertas ideologías extremas propugnan (a derecha e izquierda, por cierto) no está de acuerdo en la mayoría de las cosas. Los consensos en algo a nivel nacional son la excepción, y no la regla. Ninguna organización es capaz de funcionar a largo plazo a base de consensos, sea cual sea su sistema de funcionamiento. Llega el momento en el que la mayoría tiene que tomar una decisión con la que la minoría no está de acuerdo. Minoría que a su vez quedará protegida de abusos de la mayoría, gracias a los contrapesos institucionales pulidos durante siglos hasta su forma actual (a base de ensayo y error). Protegida de la mayoría, no confundir con de acuerdo.

Lo que no admitimos a veces es que la democracia representativa, cuenta, por definición, con un margen de discrepancia. Y esto es bueno. Minimizar la discrepancia sólo se consigue con represión o con parálisis (no hacer nunca nada concreto para no contrariar a nadie). Es por esto que desconfío de proclamas que contraponen "el sistema político establecido" a "el pueblo". Pues bien, resulta que la "sociedad" no es una más que en términos de análisis, nunca en términos de acción política. Jamás en la historia una revolución ha sido llevada a cabo por "la sociedad", ni por "el pueblo". Todas ellas han sido llevadas a cabo por vanguardias políticas (los liberales y los habitantes de París en la revolución francesa, los afiliados del partido comunista en sus respectivas revoluciones, los líderes religiosos en Irán, los nacionalistas hinduístas en la India, el ejército en Portugal (y en muchos otros sitios), etc.). Vanguardias no necesariamente representativas de la mayoría de la población (que, por lo general, lo único que quiere es que la dejen tranquila). No digo que esto último sea ni bueno ni malo. Simplemente que es y siempre ha sido así. Las vanguardias no son la punta de lanza (los más valientes) del pueblo. Son las que, ellas solitas, empiezan y acaban las revueltas (ya sea para colocarse ellas en el lugar de los antiguos gobernantes, ya sea para fracasar en el intento).

El problema, y eso es lo que se nos escapa a veces con la -lógica- indignación a flor de piel, es que nuestras ideas no tienen por qué ser mayoritarias y, con el borrón y cuenta nueva, nos arriesgamos a que los ciudadanos apoyen una "cuenta nueva", justo en el sentido contrario al que nosotros queremos. Así que cuando oigo hablar de "salir de la Europa neoliberal y del euro" se me ocurre una pregunta ¿De qué color son los gobiernos nacionales de la mayoría de Europa?

La Unión Europea hace políticas de derechas, simple y llanamente porque la gente ha votado más a la derecha que a la izquierda en el Parlamento Europeo y en sus parlamentos nacionales. La Unión no tiene ideología, es, como todas las instituciones occidentales, un instrumento al servicio de quienes salgan de las urnas (nacionales o europeas, según el caso). Es decir, que hoy está al servicio de la derecha porque la gente, mayoritariamente, apoya a la derecha. Si mañana a todo el mundo le diera por votar a los partidos ecologistas en Europa, ésta se convertiría en un instrumento de políticas verdes (bueno, más de lo que ya lo es). Otra cosa es que a la gente le de por ahí, pero ese ya es otro debate.

Salirse de la Unión porque no nos gustan sus medidas económicas es como un murciano de izquierdas que pidiera la independencia de España porque el gobierno nacional es de derechas, olvidando que el de su región, también lo es (y quizás más), por lo que la independencia, llevaría, obviamente, a un gobierno igualmente (o más) de derechas, solo que con menos margen de maniobra ante una economía globalizada.

...Y yo me pregunto. Si el "enemigo" son los especuladores, y estos son internacionales, ¿Por qué narices nos empeñamos en reforzar los gobiernos nacionales, que, por definición, no tienen capacidad para actuar sobre fuerzas que estén fuera de su territorio?

Los gobiernos vienen y van, las ideologías mayoritarias se convierten en minoritarias con los años. Los líderes cambian y los discursos evolucionan. Si tuviéramos que exiliarnos del país o sublevarnos contra el Estado entero (como en otras épocas) cada vez que el gobierno es contrario a nuestras ideas, no quedaría ya gente en nuestras ciudades.

***


El pasado día 9 de mayo (el poco conocido Día de Europa), pude celebrar el 62 aniversario de la Declaración de Schuman (primera piedra de la construcción europea) asistiendo a una sesión del Parlamento Europeo en Bruselas. Desde el Presidente del Parlamento Europeo, pasando por los líderes de los partidos europeos; todos pronunciaron, para este especial día, un discurso sobre el futuro y el sentido de Europa.
Lógicamente, esto apenas salió en los medios españoles (como la mayoría de lo que ocurre en Bruselas). Sin embargo, muchos ciudadanos españoles (y muchos indignados) se sorprenderían de lo de acuerdo que podrían llegar a estar con al menos 3 o 4 de los 8 portavoces que hablaron. Los medios de comunicación sólo nos hablan de una Europa dominada por Merkel, como si no existiera una Europa distinta. 

Yo soy europeísta. Así de claro. Y sin embargo, por mis estudios (derecho y ciencias políticas) he podido conocer (legal y políticamente) todos los puntos débiles de la Unión Europea. En mi opinión la UE tiene un importante déficit democrático (esto afortunadamente mejora cuantas más competencias se ceden al Parlamento Europeo, pero aún queda mucho camino por andar), funciona excesivamente lenta (cuando no está paralizada) en muchos aspectos (básicamente por la negativa de muchos gobiernos nacionales a unificar competencias a nivel europeo) y dirige sus políticas económicas a una ideología que no es la mía. Y sin embargo, no por ello soy menos europeísta ...al igual que un estadounidense del partido demócrata no se sentirá menos americano si gana las elecciones el candidato republicano (neoliberal, ultraconservador y homófobo, entre otras cosas). Simple y llanamente, protestará contra él e intentará que en las próximas elecciones quien gobierne sea de una ideología más similar a la suya para que así mejoren las cosas.

***

PD. Adjunto a continuación la traducción al español de un discurso sobre Europa que merece la pena ser leído. Otra Europa es posible. Pero sin Europa, no hay futuro.

[Discurso de Martin Schulz, Presidente del Parlamento Europeo (Partido Socialista Europeo), con motivo del día de Europa. 9 de Mayo de 2012]

Aquí algunos extractos:
«¡Nunca jamás otra guerra!», se prometieron a sí mismos hace más de 60 años hombres y mujeres que habían sufrido dos devastadoras guerras mundiales. (...)

¿Acaso algo simboliza mejor a Europa que la posibilidad de trabajar, vivir y viajar libremente? Para la generación Erasmus, se trata de un derecho evidente que hacemos realidad todos los días: la libertad de movimiento en un espacio sin fronteras ni control de pasaportes. ¿Y vamos a permitir que nos arrebaten ese derecho? Q
uien se atreva a tocar el espacio Schengen socavará los cimientos mismos de la Unión Europea.

Lo que necesitamos para resolver los problemas no es precisamente el repliegue dentro de las fronteras de los Estados nacionales, sino una actuación conjunta y solidaria para controlar las fronteras exteriores de la UE y una gobernanza común del espacio Schengen a nivel de la Unión.

El euro se introdujo para unir a los pueblos de Europa; y ahora corremos el riesgo de que se convierta en un símbolo de los egoísmos nacionales, o incluso de la división.

La vuelta a las divisas nacionales provocaría pérdidas políticas y económicas de fatales consecuencias. En lugar de un actor global con una moneda de reserva de importancia mundial, regresaríamos a los reinos de taifas, con la consiguiente pérdida de relevancia política a escala mundial.

Solo podremos avanzar si caminamos juntos. Para ello, y después de las medidas de austeridad, necesitamos ahora iniciativas que fomenten el crecimiento.

¡Hace ya mucho tiempo que esta Cámara viene pidiendo un pacto de crecimiento! (...)

Hace 60 años que empezó una revolución tranquila que estaba destinada a cambiar el mundo para siempre. Europa ha demostrado que es posible conjugar la democracia, la justicia, la libertad y la solidaridad en nuestro modelo social europeo.

Un modelo que se caracteriza por la libertad de prensa y la independencia de la justicia, por las prestaciones sanitarias y de jubilación, por el libre acceso a la formación y la oportunidad de ascenso para todos, por la democracia parlamentaria y la participación política, por la igualdad de derechos y el reconocimiento legal de los derechos civiles, por las normas sociales y ambientales más elevadas en todo el mundo. Y por la prohibición del trabajo infantil y de la pena de muerte. (...)

Esta es la sociedad en la que quiero vivir. (...) Nada nos garantiza que podamos gozar eternamente del actual sistema de vida. Necesitamos Europa precisamente para defender nuestro modelo democrático y social en tiempos de globalización. No podemos permitirnos el lujo de considerar todo lo conseguido hasta hoy como algo caído del cielo: habrá que seguir luchando por ello día tras día.

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