"Cuando los ciudadanos se desentienden de la política...
...pueden llegar al poder políticos que se desentiendan de los ciudadanos".

viernes, 28 de octubre de 2011

Presupuestos participativos. Un objetivo tangible para las asambleas locales del 15M

ABSTRACT (RESUMEN): Cuando va a cumplir medio año de la aparición del movimiento 15M, y más de cuatro meses desde su descentralización en una red de asambleas locales, la perdurabilidad a largo plazo de esta estructura pasa por la determinación de objetivos locales. Pero para mantener la cohesión de esta red de asambleas independientes y autogestionadas, se hace necesario un elemento común. Ese elemento lo pueden conformar las reivindicaciones del movimiento a nivel estatal. Sin embargo, las asambleas de los pueblos más pequeños no serán capaces de mantener un nivel mínimo de movilización si no suman a su "programa" un elemento local. La medida que más se acerca a estas necesidades es la de los presupuestos participativos. En este artículo se explicará en qué consisten, por qué son necesarios, cuáles son sus beneficios y sus inconvenientes, así como el camino a seguir para quienes deseen hacer suya esta reivindicación.


Ideas clave: Presupuestos participativos, participación ciudadana, democracia directa, debate público, deliberación, republicanismo (ideología), cultura cívica, política local, Movimiento 15M.

Introducción. De la necesidad de objetivos locales a largo plazo:
El 15M se ha estructurado de forma descentralizada. Cada asamblea local combina su apoyo y contribución al movimiento en su conjunto con su independencia en asuntos locales o regionales. Una vez consensuadas las primeras cuatro prioridades comunes a todo el movimiento, y una vez desarrolladas éstas en propuestas concretas, es hora de encontrar un sentido a las asambleas locales.

Está claro que cada pueblo, cada barrio y cada ciudad tienen sus propios problemas y necesidades. De ahí la independencia de cada asamblea a la hora de tratar los asuntos que sólo a ella conciernen. Sin embargo, también existen objetivos que pueden ser generalizables a todas las asambleas locales. Además, cabe la posibilidad de que en muchos pueblos y barrios no siempre existan problemas con la suficiente entidad como para mantener movilizada a una asamblea entera. Sin objetivos a largo plazo, las asambleas locales y de barrios pueden quedarse, literalmente, sin nada que hacer (más allá de servir de altavoz y foro de debate de las propuestas estatales). Sin movilización periódica, un movimiento corre el riesgo de disolverse.

Los presupuestos participativos encajan a la perfección en ese perfil de propuesta concreta, tangible, realizable, reivindicable a largo plazo, aplicable a cualquier pueblo y en la línea general del 15M (fomentar la participación ciudadana en la política).

¿En qué consisten? [ver vídeo de presentación]
Se trata de que los poderes públicos correspondientes (los municipales en este caso) permiten a la ciudadanía tomar parte en la elaboración de sus presupuestos anuales. Los partidos políticos elegidos siguen siendo los que elaboran las líneas básicas del documento (gastos inevitables como los sueldos de los funcionarios, el mantenimiento de las instalaciones, el pago de las deudas o los servicios que la ley les obliga a prestar). Sin embargo, se deja que una parte del dinero restante sea adjudicado según las preferencias de los vecinos, tras un proceso deliberativo abierto.

Exiten varias modalidades:
-Una versión es la de proponer a los vecinos varios proyectos alternativos de coste similar para que éstos elijan el que ven más prioritario. Las alternativas pueden ser más restringidas o más abiertas. Un ejemplo restringido sería que, si hay que construir un parque, los vecinos decidirán si se destinarán más metros a jardines o a pistas deportivas, y si éstas serán de skateboard, de padel, o de lo que sea. Un ejemplo abierto sería preguntar a los vecinos a qué dedicar el superávit del ayuntamiento: a contratar más policía municipal, a un plan de reforestación de montes, a la construcción de una escuela infantil, a mejorar las fiestas del pueblo, etc. (O al contrario; cuando no haya más remedio que reducir déficit, qué servicio ven los vecinos menos prioritario a la hora de recortar gastos. Esto último es realmente muy interesante desde el punto de vista electoral para el partido en el gobierno, ya que la gente aceptará mejor un recorte consensuado desde abajo que uno "impuesto" desde arriba).
Una opción práctica para organizar el proceso abierto es hacerlo entorno a grupos temáticos (obras públicas, servicios sociales, juventud, etc.) para que la gente concrete mejor sus propuestas. Una metodología común es la presentación de éstas mediante una solicitud escrita que pasa una primera criba técnica (de factibilidad legal y material) y luego es defendida y votada en asamblea (general, sectorial y de barrio); se lleva a cabo la más votada; si sobra dinero, la segunda, y así sucesivamente. A veces se otorga la capacidad de aprobación final a los barrios y a veces éstos son una primera fase de priorización de propuestas, que acaban siendo votadas en una asamblea de toda la ciudad.

-Otro tipo de presupuestos participativos es aquel en el que el ayuntamiento destina a éstos una partida determinada de dinero y son los vecinos los que deciden en qué se lo gastan, sin tener que elegir entre una lista de propuestas alternativas. Esta opción da más libertad a los vecinos pero también más responsabilidad, ya que si al final la mayoría de la gente no participa, el presupuesto municipal puede quedar en manos de unos pocos que sólo miren por sus intereses personales.

-Asimismo existen muchas posibles combinaciones entre las dos opciones anteriores. Se puede ceder un presupuesto a la libre decisión de los vecinos, pero haciéndola pasar por las asociaciones vecinales y por una "criba" de viabilidad técnica. Se puede optar por una votación de una lista cerrada de alternativas, pero que algunas sean propuestas por el ayuntamiento y otras por aquellas asociaciones que hayan recogido un cierto número de firmas (por ejemplo). También caben iniciativas originales como la de aumentar o disminuir la cantidad de dinero destinado al presupuesto participativo en base a cuánta gente se implique en él. Existen tantas posibilidades como pueblos y barrios, pero la idea está clara: que parte del presupuesto depende de la decisión de los vecinos.

Normalmente la implantación de unos presupuestos participativos es un proceso paulatino y lento. Primero se ofertan las opciones más restringidas y poco a poco se van ampliándolas según se vea que la gente va participando. Lo mismo pasa con la cantidad de dinero.

¿Existen precedentes?
Sí, existen numerosos precedentes, unos más avanzados que otros. Allí donde se han implantado han recibido en general una buena acogida por la ciudadanía (aunque también hay casos en los que se ha acabado retirando por falta de participación de la gente). Ya no se trata de algo novedoso (hace más de veinte años de las primeras experiencias modernas), ni siquiera de algo poco común (decenas de municipios enEspaña y por todo el mundo ya cuentan con ellos).

Algunos casos concretos:
-Porto Alegre (Brasil): Fue la primera ciudad que, en 1989, implantó este procedimiento.
-Sevilla, un ejemplo con años de rodaje: Cualquier vecino puede hacer, desde 2003, una propuesta para su barrio. Él será el encargado de defenderla en asamblea (de barrio o de ciudad) frente a los demás vecinos, donde se votará cuál es la más popular. En el proceso de elección de propuestas hay discriminación positiva a favor de los "más desfavorecidos". Finalmente se elegirán unos delegados para quedar al cargo del seguimiento de las propuestas que hayan sido elegidas frente al ayuntamiento. El funcionamiento de las asambleas está reglado por un "autorreglamento", del que éstas mismas se dotan. Existen grupos de voluntarios llamados "grupos motores" que son los encargados de dinamizar el proceso, animando a la gente a participar y explicándoselo todo.
-Otras ciudades en España (ver los enlaces para más información): Getafe, LeganésPaterna, Novelda, Albacete, ElcheCórdoba,...

¿De quién depende que se implanten?
De los ayuntamientos. Es decir, un partido con mayoría en el pleno municipal tiene la capacidad legal como para implantar los presupuestos participativos en su ciudad. No hace falta permiso de ningún poder superior. Obviamente, ayudaría el hecho de que hubiera algún tipo de normativa estatal o autonómica obligando a los ayuntamientos a este tipo de iniciativas de participación ciudadana. Sin embargo, dada la autonomía actual de los ayuntamientos para gestionar sus propios presupuestos, a donde ha de dirigirse esta reivindicación es a los partidos políticos locales.

¿Son viables fuera del ámbito municipal?
Esta es una cuestión compleja. Todos podemos entender si preferimos un parque o un polideportivo, si queremos más policías o más guarderías, una carretera por aquí o una carretera por allá. Sin embargo, la inmensa mayoría de nosotros no tendríamos elementos de juicio suficientes como para decidir sobre cuestiones que escapen a nuestro día a día.
El debate sobre si unos presupuestos participativos se pueden hacer en la práctica a nivel regional o estatal es un dilema parejo a la pregunta de cuáles son los límites de la democracia directa. Ante este interrogante tarde o temprano nos topamos con la realidad: es físicamente imposible decidir sobre todo. Ni tenemos tiempo para votar todo, ni tenemos tiempo para informarnos de todo antes de votar, ni tenemos los conocimientos como para emitir un voto racional sobre todo. Esto no implica que no se podrían hacer bastantes más referéndums de los que se hacen hoy en día (tres en treinta y tres años), simplemente hay que tener en cuenta que cuantos más se hagan menor será la participación en cada uno de ellos (véase para esto el caso suizo).

¿Qué problemas conlleva? Obstaculos a sortear para la implantación y consolidación:

Allí donde se han implantado, podemos ver una serie de patrones comunes, más allá de las particularidades de cada barrio y cada ciudad:

-La implicación ciudadana es progresiva. Empieza siendo bastante escasa, hay que decirlo. Pero está demostrado estadísticamente que cuantos más años están en funcionamiento unos presupuestos participativos más participa la gente (valga la redundancia). Cuesta arrancar, pero cuando la ciudadanía los conoce mejor tiende a considerarlos algo positivo. Además, el nivel de aceptación posterior hacia las medidas adoptadas es mucho mayor, ya que no es lo mismo criticar lo que ha hecho el ayuntamiento que criticar lo que han elegido los vecinos en un proceso en el que has tenido la opción de participar y de intentar convencer a los demás de tu opinión.
-Son caros. A primera vista pudiera parecer que deliberar es algo gratis. Da la impresión de que simplemente hay que ir a un lugar de reunión, debatir las propuestas y votarlas. La realidad es que unos presupuestos participativos requieren de una infraestructura, una planificación y un sistema de asesoramiento muy complejos y, por lo tanto, costosos. No se puede dar a la gente la capacidad de elegir el destino de miles de euros sin un trabajo previo de explicación y concienciación. Esto requiere contratar gente que haga de moderadora de los debates y gente que forme a los moderadores. Hacen falta cursos de formación así como un importante gasto publicitario para que la gente se entere de la existencia y funcionamiento de los presupuestos participativos. Si un ayuntamiento se limita a convocar a la gente tal día a tal hora en el auditorio municipal lo más probable es que los asistentes quepan en las dos primeras filas.
Afortunadamente, una vez pasada la primera fase de promoción y explicación, los costes se hacen menores (aunque nunca dejan de suponer una suma importante de dinero, pues siempre se requiere un mínimo de personal profesional con la capacidad técnica suficiente como para apreciar si un proyecto es viable o no). Una manera de reducir costes es la de sustituir a los animadores, formadores y moderadores del ayuntamiento por vecinos voluntarios.
Aquí es donde podrían entrar asociaciones y movimientos del estilo del 15M. Si la principal excusa de un alcalde para no tomar esta medida es lo costoso de movilizar a la gente, no hay mejor contraargumento que el "nosotros nos encargamos", "nosotros nos encargamos porque llevamos meses preparándonos precisamente para esto: para movilizar a la gente por sus derechos e intereses políticos".
A menudo se han cuestionado la existencia de presupuestos participativos en los que casi valía más dinero su puesta en marcha que la propia partida de dinero a adjudicar. Aunque en una ciudad se consiga implantar los presupuestos participativos, nada garantiza que se vayan a mantener si la gente no participa o si el partido en el gobierno percibe que la gente ha dejado de apoyarlo. Los presupuestos participativos implican una movilización constante de las asociaciones locales.

En definitiva, no se pueden hacer unos presupuestos participativos sin un considerable trabajo logístico detrás. Lo contrario supone su fracaso. No hay que engañar a la gente ocultándole el coste (en esfuerzo y en dinero) de esta medida. No obstante, no es un gasto cualquiera; se trata de una inversión (incluso en popularidad del partido que la implante). Una inversión en implicación ciudadana, en transparencia, en calidad de los servicios, una inversión en democracia.



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